"Hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores".
Benjamin Disraeli
Era un día muy frío. Uno de esos días que invitaban a no abandonar el abrigo de las mantas, a no despegarse de una buena taza de café y a no retirar la vista de la pantalla del Home Cinema Denon AVR-2308 de la habitación. Pese a la invitación de ese día a quedarse entre las paredes de casa y los cobertores de la cama, Bruno decidió salir. Apenas transitaba gente por las calles de la ciudad y la húmeda bruma de la mañana era, junto él, los únicos transeúntes de una ciudad así en un día como ese. Los domingos acostumbraba a dar un paseo a primera hora de la mañana cuando nadie podría alterar su buscada soledad. Ese era el día que dedicaba a sus recuerdos y a sus momentos de silencio. Únicamente le acompañaban su sufrido y fiel iPod nano blue repleto de más de 700 temas de algunas de sus bandas de rock favoritas y no menos piezas de bandas sonoras de sus películas preferidas. Todas ellas muy evocadoras para él. Las melodías y las voces que albergaban aquellas piezas contenían cientos de imágenes y vivencias de diferentes momentos de su vida. Algunos buenos, algunos no tanto, otros realmente dolorosos. Tres carpetas que concentraban las sensaciones y emociones más intensas de los últimos diez años. Esas piezas eran los únicos sonidos que había para él en días así.
Siempre cumplía con el mismo ritual. A las siete de la mañana abría la puerta de casa y en los aproximadamente cincuenta segundos que demoraba en bajar por las escaleras hasta el bajo del edificio conectaba el reproductor multimedia, se abotonaba la zamarra, encendía un cigarrillo, se colocaba el gorro y se ajustaba los guantes. Ahí terminaba la liturgia. Lo que ocurría a partir de ese momento dejaba de formar parte de todo plan. Jamás recorría las mismas calles. Nunca tomaba el primer café del día en el mismo lugar. Nunca entablaba conversación alguna con nadie y sólo rompía su silencio para solicitar el café y cuando, llevado por la emoción, silbaba alguno de los temas que sonaban en los auriculares del iPod o tarareaba únicamente moviendo los labios y sin emitir sonido alguno, alguna de esas canciones que, en ocasiones, acompañaba con algún que otro silbido. El reproductor musical siempre estaba configurado en modo aleatorio de forma que nunca sonaban las mismas melodías y su mente nunca retrocedía en el tiempo a los mismos momentos; y con el volumen del aparato casi al máximo. Hacía mucho que Bruno había delegado en el azar la administración de la mayoría de los acontecimientos de su vida. El devenir de los paseos dominicales era uno de ellos.
Azar y silencio. Eran sus palabras favoritas de los últimos años. Desde que, cansado de momentos dolorosos, Bruno decidió recluirse en sus recuerdos, dejarse llevar por los designios de la diosa fortuna y permanecer en silencio la mayor parte del tiempo. En el barrio había conseguido una fama, aparentemente justa, de antipático. No respondía a los saludos de sus vecinos y tan solo emitía una ligera inclinación de su cabeza como respuesta y que, para él, daba a entender que había escuchado el saludo. Su ceño se mostraba habitualmente fruncido y casi siempre había en su rostro una expresión de amargura y cansancio. Acostumbraba a ir a comprar a grandes superficies o a pequeñas tiendas de autoservicio donde no tenía que pedir nada ni requerir aclaración alguna. En casos de extrema vagancia realizaba los pedidos a través de la plataforma web de alguna tienda online. Trabajaba como freelance desde su casa haciendo diseños gráficos para empresas de publicidad que le enviaban sus procedimientos de trabajo y sus especificaciones técnicas al correo electrónico. Nadie podía penetrar en su silencioso mundo. Ni podían, ni quería que lo hiciesen.
Al parecer esa mañana el modo Shuffle del iPod le estaba retrayendo a alguno de los escasos buenos momentos de los últimos años. Sonó “Sweet Child of mine” de Guns n’ Roses y de inmediato visualizó el momento en que su novia (ahora exnovia) declaraba esa canción como la canción oficial en su relación; “Nutshell” de Alice In Chains le transportó a aquellos dulces momentos en que él y su amigo Víctor ensayaban el tema en la terraza de su casa para luego tocarlo en alguno de sus conciertos; la rasgada voz de Steven Tyler entonando el “I dont’t want miss a thing” le recordó el momento en que cargado de ilusiones le decía esas mismas palabras a la que pudo haber sido su mujer
- “No quiero perderme nada contigo, Laura” - le dijo cuando aún seguía siendo su novia y su amiga
“Given to fly” de Pearl Jam siempre le evocaba el momento en el que, por circunstancias de la vida, volvió a reencontrarse con su mejor amigo después de casi quince años de no saber nada de él. Y continuaba siéndolo todavía. “Last Goodbye” de Jeff Buckley curiosamente conseguía arrancarle una sonrisa cuando pensaba en su triste melodía acompañando aquella maravillosa noche de pasión con Sonia, una bellísima morena de ojos verdes y la única mujer con la que logró acostarse en la primera cita y que terminó siendo una buena amiga hasta que se marchó a trabajar a Tampa, en Estados Unidos.
Se dirigía al pequeño montículo de dunas situado al final de la playa donde en ocasiones solía sentarse durante horas a escuchar el silencio de sus recuerdos y la banda sonora de estos diez últimos años cuando le llegó el turno a “Better”, una preciosa canción de último álbum de sus adorados Guns n’ Roses. Los acordes de la guitarra de Bumblefoot comenzaban a resonar instantes antes de que la especial voz de Axl empezase a cantar con voz quejumbrosa
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
[…]
Sus labios empezaron a moverse tratando de acertar en la pronunciación de las palabras de la canción. Se dio cuenta de que la gente que transitaba a su lado permanecía unos instantes mirándole o giraba la cabeza muy probablemente porque les llamaba la atención el endiablado volumen de sus auriculares y los apasionados gestos de su cara mientras movía los labios un ejercicio envidiable de air karaoke silencioso. Al cruzar la calle que le llevaba al montículo arenoso un coche estuvo a punto de atropellarle. Reaccionó con un pequeño salto hacia atrás para esquivarlo y se quitó los auriculares.
- A mi me chifla ese tema –escuchó de una suave voz tras de sí
Se giró con expresión molesta y a la vez de sorpresa.
- No confiaba demasiado en ellos después de más de quince años de ausencia pero tengo que confesar que me ha gustado enormemente Chinese Democracy.
Bruno cerró los ojos instintivamente y sacudió su cabeza de izquierda derecha. Cuando volvió a abrirlos se quedó atónito mirando a una preciosa mujer de dulce rostro y penetrante mirada de color azul durante unos instantes con los ojos entornados y la boca semiabierta.
- Por cierto, creo que dice A twist of fate –dijo la mujer
No supo muy bien ni cómo ni por qué pero a Bruno se le escapó un seco.
- ¿Cómo?
- Cuando Axl canta eso de “Esta melodía dentro de mí, sigue buscando la solución” en una de las estrofas luego dice A twist of fate y tu dijiste A twist of faith
La mujer se puso a cantar A twist of fate; A change of heart; Cures my infatuation.
Bruno reaccionó confundido; y con efecto retardado le dijo a la chica
- Sí, a mi también me gusta mucho
La mujer sonrió.
- Lo siento llevo prisa, quizá otro día…
Se dio rápidamente la vuelta y cruzó la calle con rapidez. Se le calló al suelo una carpeta marrón llena de documentos y algunos de los papeles comenzaron a volar. Recogió lo que pudo y siguió caminando con prisa por el otro lado de la calle. Frotándose la frente Bruno caminó unos metros más y se agachó a recoger una de las hojas que la mujer llevaba en su carpeta y que había dejado abandona debido a las prisas. Bruno la recogió y leyó.
Lydia López Suárez –. APADA ASTURIAS
Asociación de Padres y Amigos de Deficientes Auditivos de Asturias
Casa de Cultura de Piedras Blancas
Sesión formativa del 16 de diciembre
A continuación encontrará algunos consejos útiles para aprender a leer en los labios:
Recuerde que leer en los labios es una combinación de ver, escuchar y sentir. Es completamente natural que se canse con facilidad. Deje que sus ojos descansen durante unos momentos y reanude la conversación.
Por azar habían penetrado en su silencio.
Siempre cumplía con el mismo ritual. A las siete de la mañana abría la puerta de casa y en los aproximadamente cincuenta segundos que demoraba en bajar por las escaleras hasta el bajo del edificio conectaba el reproductor multimedia, se abotonaba la zamarra, encendía un cigarrillo, se colocaba el gorro y se ajustaba los guantes. Ahí terminaba la liturgia. Lo que ocurría a partir de ese momento dejaba de formar parte de todo plan. Jamás recorría las mismas calles. Nunca tomaba el primer café del día en el mismo lugar. Nunca entablaba conversación alguna con nadie y sólo rompía su silencio para solicitar el café y cuando, llevado por la emoción, silbaba alguno de los temas que sonaban en los auriculares del iPod o tarareaba únicamente moviendo los labios y sin emitir sonido alguno, alguna de esas canciones que, en ocasiones, acompañaba con algún que otro silbido. El reproductor musical siempre estaba configurado en modo aleatorio de forma que nunca sonaban las mismas melodías y su mente nunca retrocedía en el tiempo a los mismos momentos; y con el volumen del aparato casi al máximo. Hacía mucho que Bruno había delegado en el azar la administración de la mayoría de los acontecimientos de su vida. El devenir de los paseos dominicales era uno de ellos.
Azar y silencio. Eran sus palabras favoritas de los últimos años. Desde que, cansado de momentos dolorosos, Bruno decidió recluirse en sus recuerdos, dejarse llevar por los designios de la diosa fortuna y permanecer en silencio la mayor parte del tiempo. En el barrio había conseguido una fama, aparentemente justa, de antipático. No respondía a los saludos de sus vecinos y tan solo emitía una ligera inclinación de su cabeza como respuesta y que, para él, daba a entender que había escuchado el saludo. Su ceño se mostraba habitualmente fruncido y casi siempre había en su rostro una expresión de amargura y cansancio. Acostumbraba a ir a comprar a grandes superficies o a pequeñas tiendas de autoservicio donde no tenía que pedir nada ni requerir aclaración alguna. En casos de extrema vagancia realizaba los pedidos a través de la plataforma web de alguna tienda online. Trabajaba como freelance desde su casa haciendo diseños gráficos para empresas de publicidad que le enviaban sus procedimientos de trabajo y sus especificaciones técnicas al correo electrónico. Nadie podía penetrar en su silencioso mundo. Ni podían, ni quería que lo hiciesen.
Al parecer esa mañana el modo Shuffle del iPod le estaba retrayendo a alguno de los escasos buenos momentos de los últimos años. Sonó “Sweet Child of mine” de Guns n’ Roses y de inmediato visualizó el momento en que su novia (ahora exnovia) declaraba esa canción como la canción oficial en su relación; “Nutshell” de Alice In Chains le transportó a aquellos dulces momentos en que él y su amigo Víctor ensayaban el tema en la terraza de su casa para luego tocarlo en alguno de sus conciertos; la rasgada voz de Steven Tyler entonando el “I dont’t want miss a thing” le recordó el momento en que cargado de ilusiones le decía esas mismas palabras a la que pudo haber sido su mujer
- “No quiero perderme nada contigo, Laura” - le dijo cuando aún seguía siendo su novia y su amiga
“Given to fly” de Pearl Jam siempre le evocaba el momento en el que, por circunstancias de la vida, volvió a reencontrarse con su mejor amigo después de casi quince años de no saber nada de él. Y continuaba siéndolo todavía. “Last Goodbye” de Jeff Buckley curiosamente conseguía arrancarle una sonrisa cuando pensaba en su triste melodía acompañando aquella maravillosa noche de pasión con Sonia, una bellísima morena de ojos verdes y la única mujer con la que logró acostarse en la primera cita y que terminó siendo una buena amiga hasta que se marchó a trabajar a Tampa, en Estados Unidos.
Se dirigía al pequeño montículo de dunas situado al final de la playa donde en ocasiones solía sentarse durante horas a escuchar el silencio de sus recuerdos y la banda sonora de estos diez últimos años cuando le llegó el turno a “Better”, una preciosa canción de último álbum de sus adorados Guns n’ Roses. Los acordes de la guitarra de Bumblefoot comenzaban a resonar instantes antes de que la especial voz de Axl empezase a cantar con voz quejumbrosa
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
[…]
Sus labios empezaron a moverse tratando de acertar en la pronunciación de las palabras de la canción. Se dio cuenta de que la gente que transitaba a su lado permanecía unos instantes mirándole o giraba la cabeza muy probablemente porque les llamaba la atención el endiablado volumen de sus auriculares y los apasionados gestos de su cara mientras movía los labios un ejercicio envidiable de air karaoke silencioso. Al cruzar la calle que le llevaba al montículo arenoso un coche estuvo a punto de atropellarle. Reaccionó con un pequeño salto hacia atrás para esquivarlo y se quitó los auriculares.
- A mi me chifla ese tema –escuchó de una suave voz tras de sí
Se giró con expresión molesta y a la vez de sorpresa.
- No confiaba demasiado en ellos después de más de quince años de ausencia pero tengo que confesar que me ha gustado enormemente Chinese Democracy.
Bruno cerró los ojos instintivamente y sacudió su cabeza de izquierda derecha. Cuando volvió a abrirlos se quedó atónito mirando a una preciosa mujer de dulce rostro y penetrante mirada de color azul durante unos instantes con los ojos entornados y la boca semiabierta.
- Por cierto, creo que dice A twist of fate –dijo la mujer
No supo muy bien ni cómo ni por qué pero a Bruno se le escapó un seco.
- ¿Cómo?
- Cuando Axl canta eso de “Esta melodía dentro de mí, sigue buscando la solución” en una de las estrofas luego dice A twist of fate y tu dijiste A twist of faith
La mujer se puso a cantar A twist of fate; A change of heart; Cures my infatuation.
Bruno reaccionó confundido; y con efecto retardado le dijo a la chica
- Sí, a mi también me gusta mucho
La mujer sonrió.
- Lo siento llevo prisa, quizá otro día…
Se dio rápidamente la vuelta y cruzó la calle con rapidez. Se le calló al suelo una carpeta marrón llena de documentos y algunos de los papeles comenzaron a volar. Recogió lo que pudo y siguió caminando con prisa por el otro lado de la calle. Frotándose la frente Bruno caminó unos metros más y se agachó a recoger una de las hojas que la mujer llevaba en su carpeta y que había dejado abandona debido a las prisas. Bruno la recogió y leyó.
Lydia López Suárez –. APADA ASTURIAS
Asociación de Padres y Amigos de Deficientes Auditivos de Asturias
Casa de Cultura de Piedras Blancas
Sesión formativa del 16 de diciembre
A continuación encontrará algunos consejos útiles para aprender a leer en los labios:
- Sitúese de forma que pueda ver con claridad la cara de su interlocutor
- Siéntase cómodo e intente estar relajado
- Intente recordar el tono del habla y el modo de articulación de diferentes palabras. Usando su memoria podrá aprender a reconocer los sonidos que ya no puede oír
- Preste atención a los movimientos de la boca, la lengua y la mandíbula del hablante.
- Pídale que repita o utilice otras palabras cuando no pueda comprender una frase
- Preste atención a las expresiones faciales de su interlocutor. Puede obtener información sobre el tema y el estado de ánimo de la persona a través de sus expresiones faciales
- Fíjese en los gestos del hablante, como por ejemplo, asentir con la cabeza, señalar con la mano o mirar a otras direcciones.
- Intente descubrir el tema de la conversación lo antes posible. Es más fácil comprender las palabras cuando se conoce el contexto
Recuerde que leer en los labios es una combinación de ver, escuchar y sentir. Es completamente natural que se canse con facilidad. Deje que sus ojos descansen durante unos momentos y reanude la conversación.
Por azar habían penetrado en su silencio.