Liberal. Dícese del fulano/a que no quiere que el estado intervenga a no
ser que sea para salvarle a el, a algún amigo/a o conocido/a cuando las
cosas les van mal. Asimismo, se califica de liberal el que trata de
hacer creer al resto del mundo que el dinero que tiene se debe
exclusivamente a su esfuerzo sin aprovecharse del trabajo de ningún ser
humano. El liberal propugna la libertad (para él/ella y sus amigotes/as)
aunque para ello genere aporías del tipo otros seres humanos (no
libres) son mis esclavos. Esclavizar a unos/as (o pretenderlo) para "ser
libres" mis amigos y yo. El liberal no dudará jamás en afirmar
dogmáticamente que todo aquel que se oponga a sus postulados es... un
terrorista, un antisitema, un genocida, un comunista trasnochado, un
delincuente o un perroflauta. Un liberal ignorará (de ignorancia) y se
mofará de análisis y tesis científicas de individuos tan "poco
inteligentes" como Marx, Althusser o Gramsci para adorar el "profundo y
brillante pensamiento" de grandes figuras del pensamiento de la
humanidad como Isabel Durán, Alfonso Rojo, Mónica de Oriol, Isabel San
Sebastián o la Conferencia Episcopal. Un liberal cree (como otra clase
de fé) que utilizar únicamente tres letras (ETA) da soporte omnímodo a
sus tesis y argumentaciones. Un liberal no tendrá reparos en afirmar que
grandes pensadores como Belén Esteban y grandes aportaciones culturales
para la humanidad como Sálvame son consecuencia directa de la magia
blanca del "libre mercado". Un liberal no tendrá problema alguno en
enriquecerse con dinero público, él/ella y los suyos mientras le
repetirá incesantemente que es preciso ser austero y que no se puede
gastar lo que no se tiene (eso sí, mientras defiende un instrumento tan
coherente con ese postulado como el crédito/préstamo). El liberal
justificará de todas las formas posibles, que se destruya el planeta
(que no siente), se maltraten animales (que tampoco y de paso añadirá
que el sentimiento de su patria depende de que usted esté de acuerdo en
hacer lo mismo o disfrute con ello), que se salven embriones (que si
sienten) mientras se mata de hambre a seres humanos nacidos (que son
prescindibles) para perpetuar su modo de vida. El liberal se apropiará
del poder y se perpetuará en él con mil y una cabriolas dialécticas y
tratará de convencerle de que realmente es usted quien "ordena y manda"
mientras le deja a usted fuera de la lista y "se mete" él/ella o a
alguno/a de sus colegas. El liberal le pondrá dos o tres partidos de
fútbol a la semana, quizá más, y usted asentirá "Si Bwana" sin
rechistar. El liberal le ordenará que salte y usted le preguntará "Cómo
de alto"?. Un liberal tratará de convencerle de que, mientras tenga dos
lonchas de jamón en la nevera, será de una cosa que llama él/ella clase
media y usted será muy diferente a quién únicamente tiene dos yogures
caducados recogidos de un container. El liberal le garantizará que no es
usted un obrero mientras conserve las dos lonchas de jamón y esté
pagando créditos durante años y usted asentirá. El liberal auténtico le
dirá que papá estado es mu malo, que quiere robarle su dinero y le
convencerá de que sus amigos/as son muy buenos y que le concederán el
privilegio de no ser un obrero si confía en sus amigos (los bancos y
similares) por un módico precio. Le dirá que, y usted confiará en
él/ella, que sus "privados amigos" son más eficientes, que son mejores,
Que tendrán a salvo el dinero conseguido con su trabajo eso sí, siempre
que a él/ella le permita seguir comiendo langostinos y usted no pase del
sandwich de jamón y queso (por aquello de retribuir su esfuerzo por
permitirle mantener las dos lonchas de jamón en el frigorífico). Y tal. A
un liberal no le mola nada que su dinero sirva para ayudar a otras
personas; pero le mola muy mucho que el dinero de usted sirva para
ayudarle a él/ella.
Aclaración para los/las despistados/as Que nadie
se equivoque; AMO LA LIBERTAD pero si he de ser libre a costa de otro
ser humano (o sea liberal). PASO
P.S. Versión extrema = Neoliberal
P.S. 2. El neoliberal tratará, con bastante éxito, por cierto, de
convencerle de que todo lo anterior es por su bien (el de usted). Se irá
a comer (o a cenar) con su amigo/a o conocido/a y discutirá con él/ella
sobre si han de inventarse un nuevo lenguaje o nuevas expresiones para
seguir vendiéndole la moto de que es usted es libre por ver fútbol a
diario, adorar a Belén Esteban, idolatrar a productos como David Bisbal
(poco distinto a una hamburguesa) y conservar sus dos lonchas de jamón
en la nevera.
Jose Luis S.G.
Quizá sea demasiado pretencioso al escribir esto pero todo lo que podría decirse de mi se resume en una frase que, hace tiempo, dijo el bataría de una banda que me gusta mucho, Danny Carey, de Tool: "No soy quien quiero ser, no soy quién debería ser pero, por suerte, no soy quién era" En otras ocasiones me gusta referirme a mí mismo como hubiera hecho el escritor Orson Scott Card "Nuestra identidad no es nuestra forma, podemos tener cualquier forma y seguir siendo quienes somos"
sábado, 26 de abril de 2014
lunes, 30 de septiembre de 2013
Seamos...
Quizá el momento que nos espera sea el momento que esperamos. Mientras llega ese momento...
Esta época en la que me hallo inmerso es, probablemente el periodo más difícil de mi vida. Apenas encuentro refugios en los que poder albergar mi alma. Uno des esos escasos refugios es la música. Siempre me he definido como un rockero melómano, sin poses, sin cumplir estereotipos. Pero además del rock me apoyo en los más variados géneros para intentar, que no conseguir, evadirme, de la aflicción. Resulta extremadamente complicado para una persona con mi carácter, tremendamente sensible y frágil (pese a que hasta hace poco era una parte de mi que no enseñaba al exterior). La música de cine puede cumplir muchas veces esa tarea y, recientemente he "construido" con algunos de mis compositores favoritos una banda sonora de esta etapa tan convulsa de mi existencia. En esa banda sonora figuran compositores clásicos como Max Steiner, E. W. Korngold, Fredrik Hollander, o compositores más recientes como John Williams, Alan Silvestri, Michael Nyman, Aaron Zigman, Jerry Goldsmith o el que quiero destacar para esta entrada del blog. Se trata de Hans Zimmer. Desde las temprana, Rainman, El último emperador o Black Rain, pasando por Gladiator, Pearl Harbour, el último Samurai hasta los mas recientes scores para personajes de cómic como Batman, Ironman o el hombre de acero.
De esta última es de la que quiero presentaros una muestra del arte de este genial compositor de grandes melodías épicas como la que nos ocupa en esta parte del post.
Hans Zimmer - What Are You Going to Do When You Are Not Saving the World?
Esta música me acompaña en alguno de esos momentos de los que he hablado anteriormente al tiempo que leo unas frases que encontré por la red hace algún tiempo y que deseo que algún día sean ciertas para mí.
No seamos un cuento, seamos una historia.
No seamos un tiempo, seamos una eternidad.
No seamos un sueño, seamos una realidad.
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miércoles, 25 de septiembre de 2013
Mi amigo Manuel
También somos lo que hemos perdido
Con esta frase termina, si no recuerdo mal (lo digo por que no consigo recordar con certeza si aparece al principio o al final del film), la película de Alejandro González Iñarritu, Amores Perros.
Únicamente decir lo que una vez dijo Antonio Machado....
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.
Te quiero amigo Manuel Valverde
domingo, 22 de septiembre de 2013
Cloud Atlas
“¡Como si existiese algo que no se haya repetido ya mil veces desde Aristófanes! ¡Como si el arte fuese el Qué y no el Cómo!”. (El Atlas de las nubes, David Mitchell)
La frase anterior no se menciona en ningún momento de la película homónima de los hermanos Watchowski, pero resulta perfectamente aplicable a las formas cinematográficas de su último film, muy infravalorado en mi opinión pero que, para mi, es ya todo un clásico.
El libro de Mitchell, con una estructura narrativa de difícil encaje en el lenguaje cinematográfico no ha sido obstáculo para que los Watchowski y Tom Tykwer hayan construido film brillante, tanto en sus formas (un montaje espectacular, para las escuelas de cine) y visualmente exquisito, como en sus contenidos. Son seis historias aparentemente independientes que van progresando hasta fundirse en una aparente única historia enlzadas por los devenires y tribulaciones de sus personajes. Es cierto que hay algunas historias que enganchan más que otras lo que, en momentos muy puntuales, influye en el ritmo de la narración pero considero que esto es parte del juego cinematorgáfico de la cinta.
La película exige cierto esfuerzo por parte del espectador, es cierto, especialemente al principio de la narración, pero poco a poco vamos advirtiendo las conexiones entre las historias y los personajes, sus ansias, sus miedos, sus luchas, sus anhelos (Todo está conectado, es una de las frases promocionales del filme). Todo está construido con maestría, incluso los aparentemente burdos maquillajes de los personajes que refuerzan cierta clase de sensaciones que tenemos al verlos.
Escribe Mitchell en un momento de la novela "Las almas surcan los cielos del tiempo, decía la abadesa, como las nubes surcan los cielos del mundo". Las almas de los personajes surcan el metraje como la cinta va surcando por los rodillos dentados del proyector. Todo ello con una espectacular banda sonora a cargo de Reinhold Heil, Johnny Klimek y Tom Tykwer con momentos verdaderamente soberbios y, muy emotivos.
“A la Corpocracia, a la Unanimidad, al Ministerio de Testamentos, a la Juche, y al Presidente les digo lo que Séneca a Nerón: por más que nos mates a todos, jamás podrás matar a tu sucesor.”
(El Atlas de las nubes, David Mitchell)
viernes, 20 de septiembre de 2013
eLearning con papá
Después de las agradables sorpresas con algunas de las últimas entregas cinematorgráficas de cine de super héroes o de ciencia ficción, ha llegado una de las más clamorosas decepciones.

Como diría Pumares: Aburrida
jueves, 19 de septiembre de 2013
La reentrada
"Los griegos sólo se hacían una pregunta cuando moría un hombre, ¿Tenía pasión?".
Para mi amigo Verdi, que recientemente, nos ha dejado.
Pues sí.
Ha llegado mi reentrada. Hace varios años que dejé de publicar en el blog y, circunstancias de la vida, quiero volver a rescatarlo y comprobar si aún soy capaz de mantener algo de su antigua llama.
Ignoro, en este momento, si esa tarea podría ser el equivalente al treceavo trabajo de Hércules, si me costará menos tiempo y esfuerzo mantener un contenido digno o si, simplemente, no estoy en condiciones de poder llenarlo con un contenido de suficiente interés.
Quienes me conocen, saben de mis gustos y mis pasiones. Nada nuevo, ni nada original. El cine, la literatura, la música y, alguna vez que otra cambiar de prejuicios (que no cambiar de lugar, como decía Anatole France). Sobre esas cosas hablaré en este espacio, espero que con cierta regularidad, espero que con algo de acierto y, espero, que con algo de calidad.
Retomar a estas alturas el blog, después de casi cuatro años, no es un reboot, como tanto gusta ahora decir en los ambientes y comentarios cinematográficos, sino una continuación, una reentrada como anuncio en el título de esta entrada (permítaseme la redundancia) y, como le diría Marty McFly a Doc... "Ahhh, ten cuidado con la reentrada, irás dando botes".
P.S. Ahhhhhh, necesitaré algo de tiempo para revisar todas las entradas de estos años atrás y, cortesía de la copia de seguridad de mi antiguo blog, revisar todas las imágenes que puedan estar extraviadas o eliminadas. De modo que si hay alguien ahí dentro (nunca he considerado la red como algo hacia lo que salimos, sino algo hacia donde entramos) que tenga un poquito de paciencia.

jueves, 22 de enero de 2009
Silencios
"Hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores".
Benjamin Disraeli
Era un día muy frío. Uno de esos días que invitaban a no abandonar el abrigo de las mantas, a no despegarse de una buena taza de café y a no retirar la vista de la pantalla del Home Cinema Denon AVR-2308 de la habitación. Pese a la invitación de ese día a quedarse entre las paredes de casa y los cobertores de la cama, Bruno decidió salir. Apenas transitaba gente por las calles de la ciudad y la húmeda bruma de la mañana era, junto él, los únicos transeúntes de una ciudad así en un día como ese. Los domingos acostumbraba a dar un paseo a primera hora de la mañana cuando nadie podría alterar su buscada soledad. Ese era el día que dedicaba a sus recuerdos y a sus momentos de silencio. Únicamente le acompañaban su sufrido y fiel iPod nano blue repleto de más de 700 temas de algunas de sus bandas de rock favoritas y no menos piezas de bandas sonoras de sus películas preferidas. Todas ellas muy evocadoras para él. Las melodías y las voces que albergaban aquellas piezas contenían cientos de imágenes y vivencias de diferentes momentos de su vida. Algunos buenos, algunos no tanto, otros realmente dolorosos. Tres carpetas que concentraban las sensaciones y emociones más intensas de los últimos diez años. Esas piezas eran los únicos sonidos que había para él en días así.
Siempre cumplía con el mismo ritual. A las siete de la mañana abría la puerta de casa y en los aproximadamente cincuenta segundos que demoraba en bajar por las escaleras hasta el bajo del edificio conectaba el reproductor multimedia, se abotonaba la zamarra, encendía un cigarrillo, se colocaba el gorro y se ajustaba los guantes. Ahí terminaba la liturgia. Lo que ocurría a partir de ese momento dejaba de formar parte de todo plan. Jamás recorría las mismas calles. Nunca tomaba el primer café del día en el mismo lugar. Nunca entablaba conversación alguna con nadie y sólo rompía su silencio para solicitar el café y cuando, llevado por la emoción, silbaba alguno de los temas que sonaban en los auriculares del iPod o tarareaba únicamente moviendo los labios y sin emitir sonido alguno, alguna de esas canciones que, en ocasiones, acompañaba con algún que otro silbido. El reproductor musical siempre estaba configurado en modo aleatorio de forma que nunca sonaban las mismas melodías y su mente nunca retrocedía en el tiempo a los mismos momentos; y con el volumen del aparato casi al máximo. Hacía mucho que Bruno había delegado en el azar la administración de la mayoría de los acontecimientos de su vida. El devenir de los paseos dominicales era uno de ellos.
Azar y silencio. Eran sus palabras favoritas de los últimos años. Desde que, cansado de momentos dolorosos, Bruno decidió recluirse en sus recuerdos, dejarse llevar por los designios de la diosa fortuna y permanecer en silencio la mayor parte del tiempo. En el barrio había conseguido una fama, aparentemente justa, de antipático. No respondía a los saludos de sus vecinos y tan solo emitía una ligera inclinación de su cabeza como respuesta y que, para él, daba a entender que había escuchado el saludo. Su ceño se mostraba habitualmente fruncido y casi siempre había en su rostro una expresión de amargura y cansancio. Acostumbraba a ir a comprar a grandes superficies o a pequeñas tiendas de autoservicio donde no tenía que pedir nada ni requerir aclaración alguna. En casos de extrema vagancia realizaba los pedidos a través de la plataforma web de alguna tienda online. Trabajaba como freelance desde su casa haciendo diseños gráficos para empresas de publicidad que le enviaban sus procedimientos de trabajo y sus especificaciones técnicas al correo electrónico. Nadie podía penetrar en su silencioso mundo. Ni podían, ni quería que lo hiciesen.
Al parecer esa mañana el modo Shuffle del iPod le estaba retrayendo a alguno de los escasos buenos momentos de los últimos años. Sonó “Sweet Child of mine” de Guns n’ Roses y de inmediato visualizó el momento en que su novia (ahora exnovia) declaraba esa canción como la canción oficial en su relación; “Nutshell” de Alice In Chains le transportó a aquellos dulces momentos en que él y su amigo Víctor ensayaban el tema en la terraza de su casa para luego tocarlo en alguno de sus conciertos; la rasgada voz de Steven Tyler entonando el “I dont’t want miss a thing” le recordó el momento en que cargado de ilusiones le decía esas mismas palabras a la que pudo haber sido su mujer
- “No quiero perderme nada contigo, Laura” - le dijo cuando aún seguía siendo su novia y su amiga
“Given to fly” de Pearl Jam siempre le evocaba el momento en el que, por circunstancias de la vida, volvió a reencontrarse con su mejor amigo después de casi quince años de no saber nada de él. Y continuaba siéndolo todavía. “Last Goodbye” de Jeff Buckley curiosamente conseguía arrancarle una sonrisa cuando pensaba en su triste melodía acompañando aquella maravillosa noche de pasión con Sonia, una bellísima morena de ojos verdes y la única mujer con la que logró acostarse en la primera cita y que terminó siendo una buena amiga hasta que se marchó a trabajar a Tampa, en Estados Unidos.
Se dirigía al pequeño montículo de dunas situado al final de la playa donde en ocasiones solía sentarse durante horas a escuchar el silencio de sus recuerdos y la banda sonora de estos diez últimos años cuando le llegó el turno a “Better”, una preciosa canción de último álbum de sus adorados Guns n’ Roses. Los acordes de la guitarra de Bumblefoot comenzaban a resonar instantes antes de que la especial voz de Axl empezase a cantar con voz quejumbrosa
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
[…]
Sus labios empezaron a moverse tratando de acertar en la pronunciación de las palabras de la canción. Se dio cuenta de que la gente que transitaba a su lado permanecía unos instantes mirándole o giraba la cabeza muy probablemente porque les llamaba la atención el endiablado volumen de sus auriculares y los apasionados gestos de su cara mientras movía los labios un ejercicio envidiable de air karaoke silencioso. Al cruzar la calle que le llevaba al montículo arenoso un coche estuvo a punto de atropellarle. Reaccionó con un pequeño salto hacia atrás para esquivarlo y se quitó los auriculares.
- A mi me chifla ese tema –escuchó de una suave voz tras de sí
Se giró con expresión molesta y a la vez de sorpresa.
- No confiaba demasiado en ellos después de más de quince años de ausencia pero tengo que confesar que me ha gustado enormemente Chinese Democracy.
Bruno cerró los ojos instintivamente y sacudió su cabeza de izquierda derecha. Cuando volvió a abrirlos se quedó atónito mirando a una preciosa mujer de dulce rostro y penetrante mirada de color azul durante unos instantes con los ojos entornados y la boca semiabierta.
- Por cierto, creo que dice A twist of fate –dijo la mujer
No supo muy bien ni cómo ni por qué pero a Bruno se le escapó un seco.
- ¿Cómo?
- Cuando Axl canta eso de “Esta melodía dentro de mí, sigue buscando la solución” en una de las estrofas luego dice A twist of fate y tu dijiste A twist of faith
La mujer se puso a cantar A twist of fate; A change of heart; Cures my infatuation.
Bruno reaccionó confundido; y con efecto retardado le dijo a la chica
- Sí, a mi también me gusta mucho
La mujer sonrió.
- Lo siento llevo prisa, quizá otro día…
Se dio rápidamente la vuelta y cruzó la calle con rapidez. Se le calló al suelo una carpeta marrón llena de documentos y algunos de los papeles comenzaron a volar. Recogió lo que pudo y siguió caminando con prisa por el otro lado de la calle. Frotándose la frente Bruno caminó unos metros más y se agachó a recoger una de las hojas que la mujer llevaba en su carpeta y que había dejado abandona debido a las prisas. Bruno la recogió y leyó.
Lydia López Suárez –. APADA ASTURIAS
Asociación de Padres y Amigos de Deficientes Auditivos de Asturias
Casa de Cultura de Piedras Blancas
Sesión formativa del 16 de diciembre
A continuación encontrará algunos consejos útiles para aprender a leer en los labios:
Recuerde que leer en los labios es una combinación de ver, escuchar y sentir. Es completamente natural que se canse con facilidad. Deje que sus ojos descansen durante unos momentos y reanude la conversación.
Por azar habían penetrado en su silencio.
Siempre cumplía con el mismo ritual. A las siete de la mañana abría la puerta de casa y en los aproximadamente cincuenta segundos que demoraba en bajar por las escaleras hasta el bajo del edificio conectaba el reproductor multimedia, se abotonaba la zamarra, encendía un cigarrillo, se colocaba el gorro y se ajustaba los guantes. Ahí terminaba la liturgia. Lo que ocurría a partir de ese momento dejaba de formar parte de todo plan. Jamás recorría las mismas calles. Nunca tomaba el primer café del día en el mismo lugar. Nunca entablaba conversación alguna con nadie y sólo rompía su silencio para solicitar el café y cuando, llevado por la emoción, silbaba alguno de los temas que sonaban en los auriculares del iPod o tarareaba únicamente moviendo los labios y sin emitir sonido alguno, alguna de esas canciones que, en ocasiones, acompañaba con algún que otro silbido. El reproductor musical siempre estaba configurado en modo aleatorio de forma que nunca sonaban las mismas melodías y su mente nunca retrocedía en el tiempo a los mismos momentos; y con el volumen del aparato casi al máximo. Hacía mucho que Bruno había delegado en el azar la administración de la mayoría de los acontecimientos de su vida. El devenir de los paseos dominicales era uno de ellos.
Azar y silencio. Eran sus palabras favoritas de los últimos años. Desde que, cansado de momentos dolorosos, Bruno decidió recluirse en sus recuerdos, dejarse llevar por los designios de la diosa fortuna y permanecer en silencio la mayor parte del tiempo. En el barrio había conseguido una fama, aparentemente justa, de antipático. No respondía a los saludos de sus vecinos y tan solo emitía una ligera inclinación de su cabeza como respuesta y que, para él, daba a entender que había escuchado el saludo. Su ceño se mostraba habitualmente fruncido y casi siempre había en su rostro una expresión de amargura y cansancio. Acostumbraba a ir a comprar a grandes superficies o a pequeñas tiendas de autoservicio donde no tenía que pedir nada ni requerir aclaración alguna. En casos de extrema vagancia realizaba los pedidos a través de la plataforma web de alguna tienda online. Trabajaba como freelance desde su casa haciendo diseños gráficos para empresas de publicidad que le enviaban sus procedimientos de trabajo y sus especificaciones técnicas al correo electrónico. Nadie podía penetrar en su silencioso mundo. Ni podían, ni quería que lo hiciesen.
Al parecer esa mañana el modo Shuffle del iPod le estaba retrayendo a alguno de los escasos buenos momentos de los últimos años. Sonó “Sweet Child of mine” de Guns n’ Roses y de inmediato visualizó el momento en que su novia (ahora exnovia) declaraba esa canción como la canción oficial en su relación; “Nutshell” de Alice In Chains le transportó a aquellos dulces momentos en que él y su amigo Víctor ensayaban el tema en la terraza de su casa para luego tocarlo en alguno de sus conciertos; la rasgada voz de Steven Tyler entonando el “I dont’t want miss a thing” le recordó el momento en que cargado de ilusiones le decía esas mismas palabras a la que pudo haber sido su mujer
- “No quiero perderme nada contigo, Laura” - le dijo cuando aún seguía siendo su novia y su amiga
“Given to fly” de Pearl Jam siempre le evocaba el momento en el que, por circunstancias de la vida, volvió a reencontrarse con su mejor amigo después de casi quince años de no saber nada de él. Y continuaba siéndolo todavía. “Last Goodbye” de Jeff Buckley curiosamente conseguía arrancarle una sonrisa cuando pensaba en su triste melodía acompañando aquella maravillosa noche de pasión con Sonia, una bellísima morena de ojos verdes y la única mujer con la que logró acostarse en la primera cita y que terminó siendo una buena amiga hasta que se marchó a trabajar a Tampa, en Estados Unidos.
Se dirigía al pequeño montículo de dunas situado al final de la playa donde en ocasiones solía sentarse durante horas a escuchar el silencio de sus recuerdos y la banda sonora de estos diez últimos años cuando le llegó el turno a “Better”, una preciosa canción de último álbum de sus adorados Guns n’ Roses. Los acordes de la guitarra de Bumblefoot comenzaban a resonar instantes antes de que la especial voz de Axl empezase a cantar con voz quejumbrosa
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
No one ever told me when I was alone
They just thought I'd know better, better
[…]
Sus labios empezaron a moverse tratando de acertar en la pronunciación de las palabras de la canción. Se dio cuenta de que la gente que transitaba a su lado permanecía unos instantes mirándole o giraba la cabeza muy probablemente porque les llamaba la atención el endiablado volumen de sus auriculares y los apasionados gestos de su cara mientras movía los labios un ejercicio envidiable de air karaoke silencioso. Al cruzar la calle que le llevaba al montículo arenoso un coche estuvo a punto de atropellarle. Reaccionó con un pequeño salto hacia atrás para esquivarlo y se quitó los auriculares.
- A mi me chifla ese tema –escuchó de una suave voz tras de sí
Se giró con expresión molesta y a la vez de sorpresa.
- No confiaba demasiado en ellos después de más de quince años de ausencia pero tengo que confesar que me ha gustado enormemente Chinese Democracy.
Bruno cerró los ojos instintivamente y sacudió su cabeza de izquierda derecha. Cuando volvió a abrirlos se quedó atónito mirando a una preciosa mujer de dulce rostro y penetrante mirada de color azul durante unos instantes con los ojos entornados y la boca semiabierta.
- Por cierto, creo que dice A twist of fate –dijo la mujer
No supo muy bien ni cómo ni por qué pero a Bruno se le escapó un seco.
- ¿Cómo?
- Cuando Axl canta eso de “Esta melodía dentro de mí, sigue buscando la solución” en una de las estrofas luego dice A twist of fate y tu dijiste A twist of faith
La mujer se puso a cantar A twist of fate; A change of heart; Cures my infatuation.
Bruno reaccionó confundido; y con efecto retardado le dijo a la chica
- Sí, a mi también me gusta mucho
La mujer sonrió.
- Lo siento llevo prisa, quizá otro día…
Se dio rápidamente la vuelta y cruzó la calle con rapidez. Se le calló al suelo una carpeta marrón llena de documentos y algunos de los papeles comenzaron a volar. Recogió lo que pudo y siguió caminando con prisa por el otro lado de la calle. Frotándose la frente Bruno caminó unos metros más y se agachó a recoger una de las hojas que la mujer llevaba en su carpeta y que había dejado abandona debido a las prisas. Bruno la recogió y leyó.
Lydia López Suárez –. APADA ASTURIAS
Asociación de Padres y Amigos de Deficientes Auditivos de Asturias
Casa de Cultura de Piedras Blancas
Sesión formativa del 16 de diciembre
A continuación encontrará algunos consejos útiles para aprender a leer en los labios:
- Sitúese de forma que pueda ver con claridad la cara de su interlocutor
- Siéntase cómodo e intente estar relajado
- Intente recordar el tono del habla y el modo de articulación de diferentes palabras. Usando su memoria podrá aprender a reconocer los sonidos que ya no puede oír
- Preste atención a los movimientos de la boca, la lengua y la mandíbula del hablante.
- Pídale que repita o utilice otras palabras cuando no pueda comprender una frase
- Preste atención a las expresiones faciales de su interlocutor. Puede obtener información sobre el tema y el estado de ánimo de la persona a través de sus expresiones faciales
- Fíjese en los gestos del hablante, como por ejemplo, asentir con la cabeza, señalar con la mano o mirar a otras direcciones.
- Intente descubrir el tema de la conversación lo antes posible. Es más fácil comprender las palabras cuando se conoce el contexto
Recuerde que leer en los labios es una combinación de ver, escuchar y sentir. Es completamente natural que se canse con facilidad. Deje que sus ojos descansen durante unos momentos y reanude la conversación.
Por azar habían penetrado en su silencio.
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