69924 horas. Lance tenía siete años cuando empezó a ayudar a su padre a cuidar el ganado de su granja de las afueras de Eugene, Oregon. No le gustaba demasiado.
4010 días. Recogió del establo su pequeña bicicleta y decidió dar un paseo por el parque Amazon en la parte sur de la ciudad. Una fortuita caída en Adidas Trail envió a la cloaca su primer sueño infantil de convertirse en ciclista. Se rompió el menisco de la rodilla derecha y apareció un persistente miedo de subirse sobre las dos ruedas.
5106 días. Su amigo Adam South le regaló para su trece cumpleaños un compact disc de un grupo llamado Foo Fighters. No sabía quienes eran. Esa misma tarde los escucharon juntos en el pequeño reproductor que tenía en su cuarto. Demasiado ruidosos.
6202 días. Con dieciséis años su colección de discos alcanzaba ya la cifra de 350. Su nuevo sueño como adolescente era convertirse en un guitarrista famoso. El ruido podía contener más de lo que parecía en un principio.
8028 días. Un suelo de baldosas blancas y negras coronado por una aparatosa mirrorball formaban el escenario del John Henry's Club donde esa noche daría su primer concierto con los Desert Dust. Una Fender Telecaster de segunda mano para zurdos, un bajo Paul Reed Smith, también de segunda mano y una Pearl Rhythm Traveler de madera de álamo que parecía más bien de cuarta mano era todo el equipaje que llevaban.
8030 días. Segundo Show en el mismo club. Idéntico repertorio. El mismo público y diferente final. El recubrimiento de celuloide de la batería no pudo aguantar más los furiosos envites de Brian Lee, otro de sus amigos de su infancia, y percusionista de los DD, como les conocían en el club. El concierto terminó a los cuarenta minutos de comenzar. Cameron Driscoll, uno de los habituales del club les ofreció una Yamaha Rd2f Rydeen por menos de la mitad de su precio en el mercado. Pero no tenían 250 dólares.
8758 días. Lance se enfrentaba a su primer concierto como banda de culto en el Opera House de Detroit. Había menos ruido pero idéntico sentimiento en sus canciones. David DiChiera, director del teatro, no era precisamente un fan de su música pero accedió a la petición de su manager para que pudieran tocar en un lugar donde Tom Waits, uno de sus ídolos, había tocado.
9854 días. Dexter, el padre de Lance, murió después de perder el control del Ford Mustang Shelby GT 500 que su hijo le regaló tras ganar su primer millon de dólares. Lance decidió dejar Eugene para trasladarse a Lincoln en Nebraska donde vivía su tía Donna y donde alquiló un pequeño apartamento entre la calle 40 y Pine Lake. Dejó la banda. Seguía escuchando música.
1616 semanas. Se casó con Mary Donaldson una exgroupie que le había echado el ojo en uno de sus conciertos en el Memorial Stadium de Baltimore justo el día de su cumpleaños, el 10 de noviembre. Ella esperaba en la puerta por la que accedería la banda y podía decirse que él no tenía mal gusto. No fue un flechazo pero ella fue muy insistente.
56 semanas más tarde nació su hijo Ryan. Mary murió debido a complicaciones durante el parto.
446 meses. Lance se compra una granja alejada de todo y de todos en North Platte también en el condado de Lincoln. La tristeza le embutió en si mismo tan intensamente que tardó casi un año en cruzar el umbral de su casa para salir. Todas sus compras las hacía por teléfono y se las traía su amigo Adam.
44 años. Sentía que no le quedaba mucho tiempo. Lance seguía igual de triste. Volvió a Eugene. Su viejo amigo Phil fue el primero que fue a saludarle. Apenas si lo reconocía. Vestido con un pantalón de franela gris y una camisa de cuadros amarillos, marrones y naranjas tan raída como su propia piel. Lance estaba extremadamente delgado tanto que hasta le costaba un notable esfuerzo caminar. Sus eternos ojos azules parecían haberse apagado y su brillante pelo rubio había pasado a ser de un sombrío gris intenso. Sus finos labios despedazaban las palabras mientras Phil miraba tímidamente las oquedades de su desvencijada boca. Hablaron durante horas mientras sus temblorosas manos se agitaban espasmódicamente.
Lance no le estaba contando su vida, su vida le había contado a él.
Quizá sea demasiado pretencioso al escribir esto pero todo lo que podría decirse de mi se resume en una frase que, hace tiempo, dijo el bataría de una banda que me gusta mucho, Danny Carey, de Tool: "No soy quien quiero ser, no soy quién debería ser pero, por suerte, no soy quién era" En otras ocasiones me gusta referirme a mí mismo como hubiera hecho el escritor Orson Scott Card "Nuestra identidad no es nuestra forma, podemos tener cualquier forma y seguir siendo quienes somos"
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