He visto y oído que este año en las fiestas de mi pueblo actuarán, entre otras, la Orquesta Nuevo Ritmo de Cambados y Fiesta Joven de Laredo. Verán; yo ya no soy uno de esos adolescentes que gritan enloquecidos en una actuación (¿¿¿???) de los ilustres Bisbal, Chayanne, Ricky Martin, PerLópez o Britney Spears (aunque hoy ya no se si muchos seguirían perdiendo el culo por esta mujer) ni tampoco soy uno de esas personas igualmente enloquecidas aunque, por momentos, algo menos estridentes cuyos dioses en la tierra se apellidan Pantoja, Del Monte, Montiel, Sevilla amen de otros y otras folclóricas y folclóricos de gran peso escénico e incluso de otros grandes pesos. Mi locura es de otra clase. A mi no me gustan ni los unos ni los otros. Pero no sé. Me asaltan las dudas, esto me suena raro. Yo, al menos, no entiendo muy bien cual es el valor añadido para una orquesta o grupo musical el lugar de dónde vengan. ¿O sí?.
Bien mirado supongo que hoy en día la procedencia geográfica ha de ser considerada como un nuevo valor cultural, artístico, científico, histórico, político e incluso de la condición moral de la persona. Corríjanme si me equivoco pero la cosa debe de ser algo parecido a lo que ocurre con el café de Colombia, el salmón noruego, el caviar iraní, la cerveza belga, el champán francés, la faba asturiana o los extraterrestres (que obviamente tienen que ser de Marte). Y ya puestos, por qué no, algo así sucede también con el pollo de Kentucky, el rosbif o también conocido como roastbeef, el sushi, los bollos suizos, las hamburguesas de MacDonalds, los bocatas de Pans & Company, las pizzas de Telepizza (aunque, en este caso, no recuerdo la capital de este país) o el tofú de… bueno el tofú oriental. Todo de donde debe ser. ¿No?
Lo mismo le pasa a otras manifestaciones artísticas. En cuestiones musicales apenas existen las dudas. El vals ha de ser alemán (si acaso podría aceptarse el vienés), la gaita escocesa (en ocasiones podría servir la gallega), la samba brasileña, el rock americano, (pero no solo el angelino de finales de los 80 y principios de los 90), la guitarra española (como mucho eléctrica), el merengue dominicano (posiblemente a la gran mayoría de seres humanos les valdría haitiano o de Venezuela e incluso a algunos nos valdría si no procediera de ninguna parte), la polka… pues polaca ¿no?. Y, ¿Qué me dicen del cine?. El cine tiene que ser norteamericano (sobre todo si lo que se quiere es hablar mal de él), francés o italiano (si se quiere hablar bien) o como mucho iraní o hindú. Es cierto que hay grandes películas procedentes de Mongolia, Chequia, Burkina Faso, Samoa, Tayikisán, Montenegro, Sri Lanka e incluso de Malawi. En este momento no recuerdo demasiadas aunque las hay, seguro. De cualquier modo me preocupa más la producción vaticana, especialmente si hubiera alguna producción. Aunque con toda seguridad no sería para mondarse de la risa. En la literatura tres cuartos de lo mismo aunque esta es una cuestión más delicada sobre la que no me pronunciaré. No todo el mundo hace cine ni la mayoría de la gente compone canciones o sinfonías pero todo el mundo escribe algo aunque sólo sea la lista de la compra.
En el mundo de la política idem de idem. Grandes políticos, ideólogos y defensores de la libertad nos han llegado del Reino Unido, Alemania, Bolivia, Italia, Estados Unidos, Afganistán, Francia, España, Irlanda, Siria, Catalunya y Euskadi. Grandes dictadores y detractores de la libertad de Corea del norte, China, Cuba, Portugal, el Congo –el belga, creo-, la ex Unión Soviética, Alemania, Estados Unidos, la ex Yugoslavia, España, Argentina, Italia, México y también de Estados Unidos. Luego tenemos los políticos recubiertos con pieles de cordero escondiendo los lobos que llevan dentro y que han venido… oh, dios santo: de todas partes menos de Suiza (supongo que me he acabado creyendo eso de que son neutrales en todo). En todo ocurre lo mismo, Los médicos que no sean filipinos y los dentistas que no sean sudamericanos. Los curanderos mejor si son filipinos o sudamericanos. Discúlpenme pero no conozco ninguno danés ni de Malí (y perdónenme de nuevo por no saber cual es el gentilicio de este lugar). Los temporeros mejor si son rumanos, polacos o marroquíes. Los terroristas libios, chechenos o iranís. Los controladores aéreos mejor si no lo son. Los relojeros suizos (igual que los bollos), los bohemios franceses, los pastores alemanes, los puros cubanos, los tigres de bengala, las murallas chinas, como los acupuntores, los aparatos electrónicos japoneses, el billar americano, los indios de la india (de los otros ya no deben quedar), los piratas del caribe y los niños de parís. Cada persona y cada cosa en su sitio y de su sitio.
Y… ¿Ya les he hablado de la gastronomía? Qué desliz. Prueben si no el trempó menorquín, las magras al estilo aragonés, el bienmesabe canario, la txistorra navarra, la filloas gallegas, el all i pebre valenciano, el mojete manchego, la quesada pasiega de Cantabria, el zorongollo extremeño, el pantumaca o más correctamente llamado pa amb tomàquet catalán, el franchipan guipuzcoano, el calderote riojano y otros manjares de esta nuestra piel de toro. Todo español, como debe ser. O todo peninsular como debe ser. O todo del estado español, como debe ser (y es que Portugal no cuenta).
¡¡¡Que rico es el planeta y cuán pobres sus habitantes!!!. Lo cierto es que no recuerdo si esto lo ha dicho alguna importante personalidad o se me ha ocurrido a mi solito.
¡Ayyyy! Recuerdo los tiempos donde todo se reducía a tu barrio, tu casa, familia, tus amigos, tus profesores, tu bar preferido, las dos cadenas de televisión del momento y tu emisora de radio favorita. ¡Qué tiempos aquellos!.
En otra ocasión les hablaré de los magnates de la comunicación, los futbolistas –o también conocidos como modelos publicitarios-, de los/as modelos de verdad (tengo un pequeño problema ¿he de decir las modelas?), los jeques árabes, los presidentes de empresas tecnológicas, de las estrellas de cine, los tenistas, los golfistas y de los que juegan al paddle, de los cantantes ¿¿?? de campaña de marketing, de los cocineros de la nouvelle cousine, de los echadores de cartas y astrólogos varios, de los cazadores de subvenciones disfrazados de talentos creadores de grandes ideas, de los pintores y escultores de vanguardia, de los polemistas de postal de 5 céntimos (o un duro, como prefieran) metidos a solucionadores de los males del mundo, de los/las presentadores/as de programas del corazón (intuyo que un corazón con forma de cartera piel, plagada de un buen fajo billetes, unas cuantas tarjetas de crédito y el cerebro de una ameba) de los políticos no incluidos en ninguna de las categorías anteriores, sean de donde sean y, posiblemente, les hablaré de mí.
Por cierto no sé si se lo he dicho ya pero yo soy de Candás y, por el momento he de dejarles. Tengo una cita con mi novia Albanesa. Hemos quedado con unos amigos uruguayos para tomarnos unas copitas de vino del Penedés para luego ir a cenar en un restaurante turco cerca del barrio chino de Barcelona. Imagino que luego iremos al cine a ver alguna película croata de culto y luego a acostarnos bajo en nórdico de rigor tras tomar un vaso de leche caliente de central lechera asturiana.
¡¡¡Que grande es el planeta y qué pequeños sus habitantes!!!. Esta es mía. Aunque no estoy muy seguro.
¡Viva Candás!.
P.S. En realidad no soy de Candás. ¿Eso importa?
Quizá sea demasiado pretencioso al escribir esto pero todo lo que podría decirse de mi se resume en una frase que, hace tiempo, dijo el bataría de una banda que me gusta mucho, Danny Carey, de Tool: "No soy quien quiero ser, no soy quién debería ser pero, por suerte, no soy quién era" En otras ocasiones me gusta referirme a mí mismo como hubiera hecho el escritor Orson Scott Card "Nuestra identidad no es nuestra forma, podemos tener cualquier forma y seguir siendo quienes somos"
Hola,
ResponderEliminarBueno, pues viendo el texto e intentando entender que efectivamente nadie debería cantar mejor o peor por ser gallego, de Bilbao o Andaluz (aunque éstos son muy cantarines...), se me antoja pensar, que el problema dela identidad y el síntoma de pertenencia es muy antiguo, y desde siempre nos ha traído grandes problemas...
Es verdad, que hoy en día tendemos a la globalización (así que para muchas cosas dará igual si eres de Candás o de Bari porque seguramente tendrás un Zara cerca...) pero ¿quién quiere perder su identidad? yo creo que nadie... es verdad que las cosas no deberían ser mejores o peores por ser francesas o belgas, o incluso iraníes... pero siempre hay y habrá cosas que nos caracterizen... digo, no se...
No quiero meterme ahora en el tema de las denominaciones de origen o marcas de las cosas que comemos o donde las comemos porque esa es otra historia, creo.
Bueno, pues eso, me voy a tomar una sidra, asturiana por cierto....
Me parece muy oportuno lo que dices, Susana. De ahí el sentido del "cuento" y lo que quería expresar.
ResponderEliminarGracias por el comentario y que aproveche la sidrina
:-)