De un tiempo a esta parte me encuentro en una fase delicada de mi vida. Imagino que como podria estar ocurriéndole a la gran mayoría del mundo. Tengo que tomar decisiones, sobre un montón de cosas, pero está el inconveniente de que no quiero, ni me creo, capaz de dañar a las personas. Es por ello que me cuesta un tiempo horroroso el llevarlas a cabo. El trabajo, la pareja y otros futuribles que suelen ser habituales cuando uno alcanza una cierta edad.
Otra cuestión es que apenas hago caso de los consejos que me aportan mis amigos/as (y he de añadir, los mejores amigos/as del mundo) y no por que no los valore sino porque siempre hay y habrá personas implicadas en las consecuencias de las decisiones de cada uno. Siempre ha sido lo que más me ha costado. Intuyo que necesito una temporada de soledad absoluta. Problema, tengo un trabajo en el que trato diariamente con muchas personas y, por el momento, no puedo permitirme el lujo de prescindir de él. Menudo fastidio.
La cosa es que tengo la sensación de que a la vuelta de la esquina está la catarsis que estoy esperando y que necesito. ¿Acaso no esa una de las esencias de la vida: Encontrar aquello que se halla detrás de cada esquina?. Habrá que seguir doblando esquinas y continuar girando la cabeza por si algo importante queda atrás.
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